APUNTES


PUNTOS DE VISTA ENCONTRADOS
¿DEBEMOS IMPLEMENTAR LA CLASE INVERTIDA?






Jonathan Bergmann es coautor con Aaron Sams del libro Invierta su clase: involucre cada día, a cada uno de los estudiantes en cada una de las clases”, que ISTE publicó en junio pasado. Él es el facilitador tecnológico líder de la Institución Educativa Joseph Sears, en Kenilworth, Illinois, USA. 
Recibió el Premio Presidencial a la Excelencia por la enseñanza de Matemáticas y Ciencias en el 2002 (Presidential Award for Excellence  for Math and Science Teaching in 2002) y fue semifinalista en el premio del Maestro del Año en Colorado (USA). Publica el blog: http://flipped-learning.com/
Derrick Waddell trabajó como docente e instructor de tecnología (TIC) en los Colegios “Cullman County Schools” de Alabama, USA. Luego como Capacitador Certificado de Apps Educativos de Google, impulsó activamente desde su blog  las tecnologías en la nube con fines educativos.
Cuando Aaron Sams y yo, comenzamos hace seis años, a invertir la forma en la que realizábamos nuestras clases [1], lo hicimos para responder una importante pregunta: ¿cuál era el mejor uso que podíamos darle a nuestro tiempo presencial en el aula? Como maestros de Ciencias, sabíamos que en lugar de pararnos frente a los estudiantes y darles una clase magistral, emplearíamos mejor el tiempo, circulando entre los estudiantes y ayudándoles con los conceptos y problemas difíciles. Sabíamos también que debíamos incorporar de mejor manera, en nuestras prácticas de aula, el aprendizaje basado tanto en Indagación como en Problemas. Así que invertimos nuestras clases de Química, tanto las básicas como las avanzadas y desde ese momento no hemos vuelto a dar una clase magistral.
Pueden argumentar algunos que nos hemos acogido a una manera pobre de enseñar, dar una clase y grabarla en video. Hasta cierto punto estoy de acuerdo con ellos. Pero lo sorprendente de invertir la clase es que nos ha permitido cambiar el modelo de enseñanza basado en la clase magistral y pasar a otro en el que el aprendizaje está centrado en el estudiante, fundamentado en problemas y jalonado por la indagación. Como nos ganamos todo ese tiempo de clase adicional, reevaluamos todas las actividades y el sitio que ocupaban en nuestro currículo. Hoy en día nuestros videos son opcionales. A los estudiantes les damos varias alternativas para aprender. La mayoría de ellos ven nuestros videos, pero otros consultan sus libros de texto o simulaciones en línea. En esencia, hemos transferido a los estudiantes la responsabilidad de aprender y de eso se trata reamente, invertir la clase [1].
Si usted ensaya invertir sus clases, en mi opinión encontrará que sus estudiantes comienzan a responsabilizarse más de su propio aprendizaje; estarán más comprometidos y activos durante sus clases y aprenderán a trabajar de manera colaborativa. Comenzarán a considerarlo a usted más como un mentor que como un diseminador de conocimiento; y, si en algo se parece usted a mí, no querrá volver al viejo método de pararse frente a sus estudiantes a dar una clase magistral, porque tendrá evidencia de los beneficios del nuevo modelo, todos los estudiantes comprometidos, aprendiendo, retados y teniendo la educación individualizada que requieren.
¿Deben hacer este cambio todos los docentes? Creo que muchos deben considerar la idea de invertir al menos algunas de sus clases. Aaron y yo las invertimos todas. ¡No más clases magistrales! Pero me temo que este tipo de enfoque no funciona para todos los grados escolares. En mi nuevo cargo de facilitador tecnológico para los grados Kindergarten a 8°, encuentro que invertir algunas clases específicas, en especial las más concretas, como gramática y matemáticas, es lo que hace más sentido en estos grados escolares. Cabe aclarar si que he visto funcionar clases invertidas en todos los niveles educativos desde los grados elementales hasta los de educación superior.
¿Pueden invertirse todas las asignaturas? Probablemente no. Esta metodología parece funcionar mejor con asignaturas que tienden a ser más lineales, como matemáticas, ciencias y lenguas extranjeras. Sabemos de maestros de inglés y de inglés avanzado, que invierten sus clases con mucho éxito (se sugiere consultar el sitio: Flipped Coach).
La pregunta es entonces ¿debe usted invertir su clase? ¡SÍ! Pero antes de hacerlo, debe formularse esta importante pregunta ¿cuál es el mejor uso que puede usted darle a su tiempo presencial en el aula? Cuando la responda, rápidamente se dará cuenta que invertir todas las clases, o algunas de ellas, tiene sentido.
¿Cómo podemos cambiar el modelo educativo actual de manera que permita a cada estudiante aprender y sobresalir? Esta es la pregunta que la clase invertida [1] pretende responder. Inicialmente puede parecer una respuesta innovadora, pero los problemas subyacentes como la mala pedagogía, el énfasis excesivo en la rendición de cuentas y la brecha digital, todavía existen. El concepto de la clase invertida, sobre todo la parte del modelo que pide a los estudiantes ver vídeos en casa, seguirá teniendo fallas mientras persistan los siguientes problemas de fondo:
Sigue siendo consumismo. A pesar de ofrecer tiempo de clase enriquecido, el material disponible con el que usted pide a los estudiantes que aprendan, todavía se les presenta para que ellos lo consuman: Vean esta clase, vean estos ejemplos de problemas y busquen luego a su maestro para que les ayude. Cuando el estudiante mira el video, no están presentes ni la indagación ni la colaboración, es una acción pasiva. El futuro de la educación no está representado en una nueva forma de consumismo sino en nuevas maneras de pensar sobre cómo aprenden los estudiantes mediante ideas como el aprendizaje basado en proyectos y colaborativo. ¿Por qué no encontramos rutas innovadoras para que nuestros estudiantes se conecten, colaboren y creen, en lugar de nuevas maneras para que simplemente consuman información?
Los docentes todavía son los responsables por el desempeño de los estudiantes. La clase invertida [1], pone la responsabilidad del aprendizaje en manos de los estudiantes. Esta es una idea que vale la pena fomentar, pero que desafortunadamente se estrella en el momento con la exigencia que en el tema de responsabilidad se hace a los maestros en todo el mundo. Se espera que los maestros sean los expertos, que educan a los estudiantes y son responsables de evidenciar lo anterior, mediante la aplicación de pruebas estandarizadas; cuando en realidad cada estudiante debería ser responsable por aprender. Esto significa que debíamos enfatizar menos la aplicación de pruebas estandarizadas y más, el aprendizaje en base a proyectos e indagación. Hasta que se lleve a cabo este cambio de pensamiento, conceptos como la clase invertida no podrán funcionar efectivamente.
No todos los hogares tienen la posibilidad de sostener la clase invertida. Mi mayor preocupación sobre este modelo es la falta de ubicuidad de acceso a clases invertidas, pues en muchas partes del mundo las personas no cuentan con Internet de banda ancha y esto es especialmente cierto en las zonas rurales y en las áreas en las que se concentran los mayores porcentajes de pobreza. Esto significa que un abrumador número de estudiantes no podrán participar en clases invertidas. Inclusive, los que tienen acceso inalámbrico, se van a enfrentar a problemas de disponibilidad de suficiente ancho de banda y restricciones para encapsular los datos. Convertir en mandatorio el uso de la tecnología (TIC) en el hogar, solo servirá para acrecentar la brecha del logro académico entre los estudiantes que tienen medios económicos y los que no los tienen, problema este que es ya prevalente en la educación. Hasta que el acceso a la banda ancha esté presente en cada hogar, la clase invertida marginará un segmento del estudiantado, dejándolo sin la instrucción que necesita, mientras que sus pares más favorecidos continúan triunfando.  
Como sociedad, necesitamos enfocarnos más en reformar los niveles fundamentales de la educación. Requerimos ajustar nuestra forma de pensar sobre la educación, no solo sobre la apariencia de ésta. Necesitamos impulsar la educación hacia delante y no hacia los lados. Hasta que esto suceda, la clase invertida y conceptos similares a esta, continuarán moviendo los procesos educativos sobre la misma senda en lugar de saltar sobre esta.


CON QUÉ PERSONAJE ESTA DE ACUERDO?,  JUSTIFIQUE SU RESPUESTA EN LA CAJA DE MENSAJES DE SU BLOG PERSONAL

créditos:  www.eduteka.org


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¿Cuál es la educación del
futuro?


Resumen
¿Crea adicción el Internet? ¿Está la comunidad educativa preparada para asumir los grandes retos de las nuevas tecnologías? Aunque por esta época se habla mucho sobre las temáticas que giran en torno a la apropiación, inclusión y uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), está claro que las conclusiones con respecto al papel de estas herramientas en la educación aún deben ser analizadas cuidadosamente. ¿La razón? Para algunos actores de la comunidad educativa esta noción no va más allá de saber manejar un computador y navegar a través de la red. Por supuesto, esa es una posición completamente errada, ya que desde un punto de vista crítico-analítico el uso y apropiación de las TIC representa la transformación y ruptura de un paradigma tradicional de políticas

educativas y sociales, las cuales hoy día deben adherirse a una filosofía y metodología pedagógica profunda, en la que docente, formador y aprendiz entiendan la esencia real y transformadora de las tecnologías y la Sociedad de la Información en las aulas académicas, desde el aprendizaje de conocimientos actualizados y dinamizadores.

Palabras clave: educación, Geek, aulas escolares, docentes, alumnos, padres de familia, TIC, aprendizaje, conocimientos, Sociedad de la Información.

El fin más importante de la educación es ayudar a los estudiantes a no depender de la educación formal”. Paul Gray.
No es un “Geek”, aunque aparenta serlo. Pareciera tener todos los conocimientos de tecnología atrapados en su conciencia, pero solo juega a sabérselas todas; sin em­bargo, a su edad el mundo se hace un universo por descu­brir, donde las curiosidades y transformaciones que llegan con el paso de los años pueden representar el éxito o el fracaso para personas como él.
Aunque su vida se divide entre la rutina diaria de las vaca­ciones escolares y las labores académicas, pareciera vivir constantemente en receso. Ignacio Campo Rico, con tan solo 12 años tiene más idea de lo que representa el univer­so digital que un adulto mayor de 30. Su forma de vestir, de hablar, de mirar, de caminar, lo hacen el adolescente co­mún y corriente de esta época: atrapado entre las bonda­des de los aparatos tecnológicos, en este caso, cautivado por la “magia” de su Playstation 3 (PS3). FIFA 12 y PES 2012 son sus juegos favoritos, empedernido al fútbol virtual, juega a ser Messi y el mejor jugador de todos los tiempos.



A su edad, Ignacio no se diferencia del resto. Actualmente, la mayoría de los menores son expertos en el manejo de vi­deoconsolas, videojuegos y dispositivos móviles. La nueva era de las tecnologías los conquistó. Pero para estos ado­lescentes, quienes aún están en proceso de formación in­telectual y emocional, hasta qué punto los conocimientos empíricos de la jerga, conceptos TIC y elementos digitales son ventajosos para su crecimiento y madurez. La autora del documento: “Internet, la era de la sociedad de la infor­mación y el conocimiento”, sostiene que: “aunque las TIC están cambiando los comportamientos sociales con una rapidez hasta ahora totalmente desconocida en la historia de la humanidad, se producen nuevos hábitos y disfun­ciones en los individuos, formando una clase social a nivel global que podríamos denominar como ‘los conectados’. Esto lleva a un problema detectado entre los usuarios de Internet: la adicción a la red” (García, 2010).

De acuerdo con varios estudios realizados por especialis­tas en el tema, el Internet ha propiciado escenarios hete­rogéneos entre los internautas rompiendo las fronteras de la información. Para el caso de los menores de edad, la cuestión es más compleja; ya que debido a las diversas autopistas de contenidos existentes en la red, tienen ac­ceso a una cantidad ilimitada de datos, que de no contar con la supervisión de un adulto o formador pueden incidir negativamente en su rendimiento y formación personal y académica.

Teniendo en cuenta esta premisa, el papel de las nuevas tecnologías de la información supone un elemento base para la construcción de los procesos pedagógicos, de ahí, que “las inversiones en Tecnologías de Información y Co­municaciones para la educación realizadas en los países de América Latina y el Caribe son crecientes. Solamente en materia de dotación de equipos los países


invierten cientos de millones de dólares al año. En este escenario es central debatir el impacto que tienen las tecnologías en los aprendizajes básicos a los que deben acceder todos los
estudiantes y que han sido definidos en los planes y pro­gramas de estudios oficiales y obligatorios de cada país” (Schalk, 2010).

En el caso de Colombia, el programa gubernamental del Ministerio de Educación Nacional (MEN), Conexión Total, es una iniciativa que busca garantizar el pago recurrente del servicio de acceso a Internet en las sedes educativas públicas del país. Con base en ello, según la proyección de la Oficina de Tecnología del MEN para el 2012 se espera que en 41.127 sedes, 8.006.380 estudiantes tengan acceso a Internet de calidad y disponibilidad.

En ese sentido, sería válido preguntarse, si estas inversio­nes por parte del Estado representan una mejor ruta para integrar la educación de calidad en un país subdesarrolla­do. Para intentar responder este interrogante se parte de una sencilla afirmación: aunque se den los aportes finan­cieros en materia de educación, el puente para lograr un mejor y excelente aprendizaje apoyado en las herramien­tas TIC no es directamente proporcional a la dotación de equipos, aparatos o dispositivos móviles en los planteles educativos, si los involucrados en el proceso no cuentan con una filosofía pedagógica sólida y no se propician los espacios idóneos para generar investigaciones académi­cas que integren el papel del docente como formador, y no como aquella figura tradicional del pasado.




Al referirse al aprendizaje tradicional (en este caso, la labor del docente), se entiende que el maestro aunque explica y expone sus conocimientos al alumno, puede no necesa­riamente saber transmitirlos y solo establecer una relación unilateral, donde es él quien imparte la enseñanza basada en su experiencia y práctica, pero no tiene en cuenta que el estudiante no es solo una página en blanco (y más en la sociedad actual). De ahí, es cuando surge la competencia entre el tradicionalismo y las innovaciones, que en síntesis se traduce al desarrollo e intencionalidad del maestro fren­te a las diversas actividades y recursos aplicados en mate­ria de educación y aulas de clases.

Es claro, que los jóvenes estudiantes hoy día, gracias a la inmediatez y usabilidad de la red, pueden acceder a una multiplicidad de ideas colgadas en “la nube”. Sin embargo, cuáles de tales conocimientos son constructivos para ellos. Ante dicha situación, la figura del maestro debe traducirse como guía y apoyo para orientar aquellas informaciones, donde no solo se presenten una serie de herramientas básicas sino que al mismo tiempo sirvan para desarrollar sus habilidades, talentos y capacidades cognitivas. Es de­cir, los programas gubernamentales más allá de presentar objetivos que intenten reducir la brecha digital, deben im­plementar políticas y modelos educativos que procuren la producción de un discurso educativo que promueva los cambios, las innovaciones y el interés por parte de los acto­res y agentes de Estado y la comunidad en general, enten­diendo que además los padres de familia también hacen parte de dichos procesos.  Para apropiarse de esta noción, se hace necesario estable­cer una cultura tecnológica eficaz en el sector educativo en la cual se tengan en cuenta las implicaciones sociales que conlleva. Una de estas es la adicción a los tantos recursos digitales como el chat, “donde vivir en la red es


cómodo y puede dar lugar a que las personas prefieran conectar­se antes que salir y relacionarse con el mundo auténtico y real” (García, 2010).
De esta manera, en adolescentes y menores de edad que están en una etapa de aprendizaje precoz con respecto a los desarrollos y adelantos del mundo contemporáneo, es factible que en algún momento estos sean perjudiciales para sus conocimientos si no se establecen los parámetros que articulen y direccionen los cientos de millones de con­tenidos que procesan mientras permanecen conectados a Internet. En ese punto, entonces ¿cuál debería ser la edu­cación del futuro?, y ¿sobre qué bases debería construirse?
La introducción de las tecnologías de la información y la comunicación en el aula no garantiza por sí sola un mejoramiento en los procesos de enseñanza ni en los de aprendizaje. Al igual que en los contextos educativos desprovistos de dichas tecnologías, este logro depende de una renovación en las reflexiones pedagógicas que permita una modificación consciente en la concepción misma del proceso educativo por parte de todos los actores involucrados en él (Vega, 2011).
                                                                              
¿Funciona el modelo 1 a 1?
Es preciso anotar, que la inclusión de un computador en el aula de clases, no será suficiente para generar resultados acertados en la enseñanza de los alumnos, si definitiva­mente la institución no es consciente que para contribuir en el cierre de la brecha digital y lograr la apropiación de las herramientas digitales en el estudiantado, se traba­je bajo un modelo educativo que oriente y articule tales aprendizajes con las nuevas tecnologías.
Es interesante analizar las diversas opiniones y estudios que han surgido a partir de la inclusión de las TIC en la educación de los países a nivel mundial, debido a las con­secuencias que estas pueden y han de generar en toda la comunidad educativa.

Aunque el modelo pedagógico ha sido motivo de análisis por distintas organizaciones nacio­nales, el reto ha sido determinar la efectividad de tal mo­delo en dichos escenarios.
La Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Al­berto Merani de acuerdo con varios encuentros que realizó entre el MEN, instituciones educativas oficiales y otros sec­tores afines, estableció que se hace necesario que quienes hacen parte de tales procesos de enseñanza comprendan que “las TIC sirven solo como instrumentos, recursos y me­dios para mejorar la calidad de la educación y aprendizaje, no un fin en sí mismas” (Vega, 2011).
Con base en lo antes señalado, se afirma entonces que el éxito del Modelo 1 a 1 depende en gran parte de cómo se introduce este en la gestión académica y su aplicación en cada una de las áreas que integran las instituciones o centros escolares (entendiendo estas no solo como la par­te educativa o académica), donde todos los involucrados puedan y deban tomar acciones conjuntas a fin de plan­tear las políticas que se hagan necesarias según sus con­textos sociales y culturales.
En ese sentido, los docentes y formadores deben ser cons­cientes que los cambios surgidos con la aparición de las tecnologías y la Sociedad de la Información seguirán avan­zando indefinidamente, transformando los escenarios mundiales con respecto a la forma de concebir y desarro­llar la educación. Un computador con acceso a Internet no representan el cambio en este sector; el conocimiento y el desarrollo de las capacidades humanas, sí. Es decir, si se complementan estos aspectos el resultado será esperan­zador, ya que si el maestro como figura de apoyo en el aula escolar y el padre de familia como guía en el crecimiento de los hijos tienen en cuenta su papel dentro y fuera de sus espacios, la formación de niños, adolescentes y jóvenes estará solidificada bajo los principios y valores del núcleo familiar y educativo.



Las herramientas digitales están dispuestas y el camino está abierto para empezar a labrarlo; así las cosas, aunque los especialistas desgasten su tiempo en la creación y plan­teamiento de nuevos modelos de aprendizaje aplicados a las TIC, si no existe la certeza de que estas no cambiarán el conocimiento y aprendizaje, evidentemente, por más que se invierta en equipos, ciencia y tecnología en los colegios, los cambios de mentalidad serán nulos, porque la idea es que los conocimientos cognitivos se fusionen con los re­cursos que brinda la Sociedad de la Información.

CRÉDITOS:

www.colombiadigital.net

Las nuevas tecnologías aplicadas en la educación han modificado la forma de transmitir el conocimiento y aprendizaje entre docentes y estudiantes. Sin embargo, las herramientas digitales por sí solas no representan la transformación total en la manera de educar, sino se articulan los recursos digitales con el área cognitiva. Bajo esta premisa, entonces ¿sobre qué bases debería construirse la educación del futuro?


CRÉDITOS:

www.colombiadigital.net

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